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jueves, 4 de septiembre de 2014

Temo


Temo

Temo a Dios todopoderoso
porque de Sus pechos de fuego manan
generosas
marejadas de azogue que navegan los apocalipsis humanos,

porque en Su inevitable regazo la vida olvida que es vida
y los frutos más frescos se agostan para parecerse a Él,
o a como creen sus heraldos que debe de ser Él

Temo a Dios todopoderoso,
porque, dicen, conoce
todas las respuestas,
todas las preguntas,
porque con Su voz de plomo, aunque lo ignoren,
hablan todas las voces,
también la del silencio

Me espanta que se haga Su voluntad así en la tierra como en el cielo,
que Su voluntad sea féretro de voluntades,
Su ira la flecha que dispara una mano ebria de Él
o ráfaga huracanada de sepulturas

Los caminos por los que transita el tiempo,
dicen, Él los dibuja,
la naturaleza de cada hombre,
Él la dispone,
de todas las puertas custodia Él las llaves,
que abren y cierran a voluntad las almas y los cuerpos
con la libertad de quien se sabe amo, pastor, universo

Temo a Dios todopoderoso, removiéndose rojo en
el acero de los arúspices. Sus dedos son largos,
su corazón un secreto inmune a la mañana,
su nombre es cautivo de Su nombre

Sobre el horizonte son Alfa y Omega la palabra única,
recinto sagrado, guardería humana,
a sus lomos, extraviado, cabalga un enjambre de gritos
inmenso y colectivo,

vestido de sangre y herida, de piel y honestidad,
brotando selváticamente del suelo que besa el último paso del reo
camino del cadalso,

o de la última mirada regalada a un cyan en fuga
como susurrando

que no es el sueño de quien lo sueña,
ni pertenece la palabra a los labios,

que la sombra, en verdad, escapa de quien la arroja,
que un cuerpo es un cáliz de cuerpos,

que las estrellas son sólo semillas
palpitando lejos en el arenal de la noche






domingo, 15 de diciembre de 2013

Antes de partir


Antes de partir

Me has regalado un soplo de vida, un punto de fuga, aquí, sobre el inevitable
horizonte de mi propia piel, y hacia él se dirige todo, porque nada se encuentra allí
salvo el silencio.

Me has regalado la sed del mundo y de mí mismo, y me has dicho: “mira, ambas son la
misma cosa, en ti naces y desembocas,
y si extiendes los brazos puedes abrazar el universo, o sentir sobre ti el abrazo más grande”.

Has llenado mi copa de alba y de ocaso, y en ambos debo construir mi morada,
porque si al romper el día me presta el mundo su aliento, al caer la noche, agradecido,
se lo devuelvo , y es con ambos que respiro,
y lograr entregarse sin reserva a esa certeza, creo, justifica una vida entera.

Me has regalado una casa con las puertas abiertas, y esa casa es mi alma,
y en ella no existen muros, el viento y el sol son soberanos,
las estancias guardan el eco de su risa distraída, libre
como la de dos niños inventando juegos
y susurrándome con sus ojos de océano
un rumor de esperanza.

Una y otra vez me ha vencido la fatiga del mundo.
En tu mano he encontrado reposo, cura,
una fuerza que se yergue ante todo y afirma:

“nada debes temer, cuando hacia afuera cierras los ojos
estás abriendo los ojos hacia adentro,
una lágrima puede engendrar una vida,

algunas veces junto a ti yacerá la oscuridad,
otras será la luz quien te entregue su brillo más íntimo,
pero en ambas encontrarás el amor
cuando dejes de buscar a una hermana en el cuerpo de la otra”.

¿Cómo atrapar el agua? Mis manos están vacías,
mi corazón lleno cuando sobre ellas fluyes como una melodía diáfana,
tan familiar que se diría robada del mismo aire.

Tu propuesta de rebelión, tu paso al frente bajo las armas,
tu vuelo indómito sobre la ciudad, sobre el cielo,
sobre el propio vuelo,
quiero aceptarlos.

Ahora entre mis manos descansa un libro en blanco.
Antes de partir me dijiste: “mira, este libro
contiene todas las respuestas del mundo,
en él duermen aún todas tus oportunidades de ser
esperando que las despierte la palabra adecuada,
el tacto preciso,

aguardando que sobre sus páginas
tus ojos lean un día
lo que se halla escrito en tu corazón
desde el mismo instante que se elevó sobre la noche
su primer aleteo”.


domingo, 7 de octubre de 2012

Domingo


Domingo


Otro día pasó. Hoy la piel cedió ante el acero. Desistió, todos lo vieron.
La navaja de Ockham se recreó en tu sangre
o quizá en la mía o quizá no importe.
Envidié a Diógenes, quise ser Diógenes o la mierda de Diógenes.
Me obsesioné por mí mismo de forma pueril.
Escribí unas líneas. Las palabras, indiferentes,
giraron como peces perdidos en el fondo de un estanque.

Hoy naufragó la mañana en los cuerpos abruptos
que entretejen el caos urbano, se apagó en la tarde,
que se apagó en la noche.
Fin de partida.

Hoy se achicó el espacio, vibró la luz incómoda, como esperando un relevo ausente.
Incomprensibles y ajenos, algunos rostros me miraron,
se detuvieron sobre mí, husmearon, distrajeron sus instintos por un vano instante.
Eran como interrogantes, como heridas
abiertas en el mero aire por las que escaparan una tras otra
fugitivas todas las respuestas.

Hoy mi cuerpo fue un cadáver vacío que sólo movió la ira.
Un paso, otro, otro, como una letra sin palabra. No llegué a ningún lado.

Inesperadas nebulosas de nada surgieron de mis manos, quince, veinte veces en el día.
Contenían como un secreto imposible, todo lo que yo ignoro:
tu nombre, quizá, la ocasión propicia,
la sonrisa que se rinde y se enreda entre los dientes,
las voces acalladas, amputadas con esmero por profesionales del odio,
el rumor de la hierba y del cielo, abierto y diáfano
como un océano de láudano al que entregarse sin rubor, rabia ni duelo.

Hoy mi mano vacía se demoró en el espacio vacío
que mi alma habita. Nada encontró.
Aferrada al silencio desistió la piel de nuevo,
cedió, se precipitó hacia afuera como
escapando de sí misma. Permaneció, fracasó.

Emboscadas en el aire las hogueras ardieron pálidas
como trémulos susurros reflejados en ojos fatigados
de puro viejo y listos para cerrarse a cualquier descuido.
En el fuego se perdieron oportunidades de ser,
miradas que invitan a darse, como brazos abiertos,
infancias y porvenires,
sacrificados hoy por igual al ritmo de las cosas.

Hoy tu boca y mi boca invadieron el aire con el verbo ancestro,
repetimos el verso hasta que le creció filo, nos hirió con su destello
letal, perenne, incapaz de otro destino sino
replicarse en círculos de humo
por los siglos de los siglos, amén.

Hoy me entretuve en la ventana. Afuera era domingo.
Luego pensé en mañana y en tus labios floreciendo
de nuevo, pese a mí mismo, bajo un cielo de durazno,

en el río que quizá se dejará encontrar, desovillándose desde el cabo
en su azul hoy cautivo, mañana clamor desenfrenado,
o en la lengua escarlata que abrazará el siguiente amanecer.

Porque en algún lugar imagino que las murallas, derramadas, nutren verdes y jóvenes campos,
y esa certeza me permite empujar mi cuerpo a pasar por otro día.



martes, 11 de septiembre de 2012

White Noise



White Noise


'That is not well. These men follow desire and come to emptiness.
Thou must not be of their sort.'
Kim, Rudyard Kipling.


The body follows the mind. The mind follows the bodies.
The bodies follow the white noise that bleeds from the hearts set ablaze by
the pain of living, spilled all over the floor – what a mess we have done, my dear  –,
down the stairs and into the streets, not going anywhere.

The alleys endow themselves with the privilege of withering away.
Fiery eyes they shelter; listen how they howl before this peep show of our making,
glowing unrestrained with a fever long sought for in pretty dreams.

The comedy walks tall in gold and in silver, fed by an unrepentant hand,
merciless, voracious, the shovels are sharp, they aim for the neck.
Want, want, replace the slow death with the suicide of the self in the other,
a glorious display that knows no  bounds, kneels before no master,
come now to me so I can end all this.

Nothing comes from nothing. The feast is over, the dead have been quieted
and lay dormant in the womb of sorrow, numb and ecstatic like the statue
of a stone-blooded virgin beholding in awe the infinite beauty of its god.
All that is left of me is a lost cause, a broken beast, a name scribbled over a filthy napkin,
long forgotten since.

Now we smell the blood. Now the appetite grows, like a cancer, now we
put out the lights, relinquish all thought, we embrace our
masterpiece and flow downstream, subdued in the universal
humdrum and hoping for the book to snap swiftly, painlessly.

The thistles were slaughtered and ran aground in the winter of the tigers,
folded on the ground, content yet pensive like soldiers forgone in the field,
brooding grass of tomorrow, do not fear, you will be one with
the white noise too,
in your own sweet time, in your own sweet way.

Have you heard the word? We are all loaned lives in the hangman’s eyes.
The body follows the mind. The mind follows the bodies.

I am no longer here.


miércoles, 8 de agosto de 2012

Et la lune descend sur le temple qui fut



Et la lune descend sur le temple qui fut

Sobre un paisaje desierto languidecen aún los recuerdos de ayer.
Se diría que aquí hubo hace poco una gran batalla, o una gran fiesta, o ambas entrelazadas
en un abrazo fraterno y colosal, encastrado en sangre.

Las hogueras vencidas por la noche exhalan sus últimas plegarias de humo
y parecen nidos donde hubieran yacido inflamados amantes que ahora
sólo se profesaran olvido y desencuentro.

El imperio del fuego se ha tornado, inevitablemente, elegíaca ceniza.
La torre proyecta al fin su sombra en el ocaso.
Los radiantes ojos de la bestia, se han apagado, y en el aire flota el lento resuello de su
derrota,
fatigoso, malogrado, inane.

El éter se puebla de jirones, de bibelots quebrados,
de topografías humanas desplegadas y mecidas por la
brisa en su sutil danza secreta,
testificando como rostros perdidos en esquinas oscuras, sumergiéndose
en la astucia de la razón para levantarse del otro lado
famélicos e iracundos, como un Quijote abrumado.

Nadie queda para rebuscar entre las ruinas del templo, nadie que suba sus escaleras
o que resbale con la sangre que mana de su entraña, glorioso espectáculo que despierta
los gruñidos entre los matorrales.

Un aullido adelgaza la noche, una vez, dos veces, tres veces.
Luego el silencio me acecha y me rodea.

Inmune a cualquier afecto, la luna desciende sobre el templo que fue.
Inmóvil, contemplo su caída recordando zholti dom.

Temblando en un vientre negro mi desnudez se estremece;
las sombras se sientan y esperan.

Ya oigo venir a los perros.

domingo, 18 de marzo de 2012

Night Flight


Night Flight

Swollen stone in my chest,
is replenished in hunger
is dead in life
is still in motion
is void crowd path.
Path restless/no joy.
Where cry?

Need bruise, need bruise,
need noisy eye:
drift voice drinking summer night, carry away
struck down by heavy hands
and juggling dusks in-His-face.

Walking gag, yap-yap,
yap-yap-yap (machine-gun yap).

Flicker -man, hold this for me:
it is dear, it is warm, cherub-warm
and baby smile and toothless bite
and nipple blood and holy fix.

Where cry?

Need wound, need wound,
need peasant hunger crawling up my nose,
down inside:
“turn up, now, the fire in-my-guts”.

Need howls in the hobo eyes of the night.
Need to unload heavy load on your breast,
heavy sleep in your mouth.
Heavy sex through the window.
Need to wake up to uncertainty;
gimme, gimme bodies unknown
for the rioting dead starving inside myself.

Need ride, need night flight:
Paris-Joburg-Maputo (away/away/away as in away).
Need endless road home, splinter to my soul,
need proud look of a father like a joyful peacock through the morning of my teeth,
need long summer afternoons stretching into the sunrise,
lazy deaths, pagan goddesses in drowsy palaces of old smiling
at my sexless purity.

Sweet mother of the one-and-only, let me be.

Cradle, beast me until I am one of your own.

Eye, be me; warp me out down the shithole of tomorrow:
with the flushed roses for Nero and the hurt of the sentimental queers;

with the last thread of myself pulled through the rag-time days ahead;
with your springtime chest where we run around in circles, you and I, but you are
one with the empty spaces that are
stroking my
laid out hands right now like glittering goldfishes of life on fire,
or like the soft kiss from the very bottom of the fruity bosom of L-O-V-E;

with all the useless things that life is (the words, the handshakes, the urination – over and over –,
the utter loneliness of the purposeful hearts, the cry over the utter
loneliness of the purposeful hearts);

with the last cannonball of she-almighty herself to bring me down – embrace me now,
Styx, for I need you more than ever,
for I am steering  away and may never come back to this (if I do come back, will I be
smiling then?).

Bring me my true self. Perform again into the fakeness of duty.
I don’t want Ionich in my blood. I want a
‘Sing. Sing. Sing. RaMRaMRaM’.

Need-a-nuke, ka-boom! (I’m dead), boom-ka-boom! (my dead is dead).

Pretty liquid faces of oblivion
need to stare at my liquidness too.
Need to shred my paperness too.
Need to need my craving too.
[Do they suffer too?]
Ka-boom! Perfect sense yap-yap-yapping away.
Crap-crap-crapping away.

domingo, 22 de enero de 2012

Gran Vía


Gran Vía

“-Ah, vosotros por aquí…- farfulló soltando a su mujer.
Mi buen hermano con la familia.”
Anton Chéjov.

4 a.m.  Gime Madrid bajo la luz naranja.
Llueve esta noche y la lluvia desflora su urbana en innumerables espantos nuevos,
pero  nunca llega a tocarla.

Palpita la ciudad toda como un inmenso miembro viril, agitándose,
en  contención, mientras
espera  impaciente el gran aullido.

El asfalto está mojado y está muerto.
Hay soledades que crecen aquí inventando su fertilidad
y descienden hasta el cielo en progenie interminable,
se descuelgan de lo más alto y se lanzan contra las nubes con la frente erguida,
los ojos cerrados,
la sonrisa clavada al rostro como una mariposa rasgando la noche,

pero como fantasmas hay
otras voces unísonas, otras rutas para perderse que
se esconden en la nota prohibida del quebrado
que abre el omnímodo grillete vacío de la ausencia.

Aquí está la noche, este es su death ripple, esta es su oscuridad
(de esto están llenos los cuerpos y las almas). Las luces se apagaron, poco a poco,
en las casas de los que dormían en paz;

mientras, en la calle la noche se tornaba hedionda boca, agujero emborrachado de
oscuro como aleph invertido;

se tornaba puta barata, masacrada turgencia, andar de culo noqueado y
 labios pintados sobre carcajada nocturna y prisionera de máscara mutilada en clown;

se tornaba avidez adolescente de ebrios ojos alucinados
entregando su tembloroso púber al vacío para convertirse
irreversiblemente en hombre o en otro hombre;

se tornaba la noche también apocalíptico extravagario de desenfrenos,
encañonada vida abierta en canal, otras vidas invadiendo su espacio, introduciéndose en ella
como un virus;
               
y vagabunda mierda compartida por turnos en círculos trazados en vaho,
esquina meada, blow job hurtada a las sombras que
devoran furtivamente el viernes noche,
la piel contra el metal, el sudor del metal contra
la inercia de cuerpos que se estorban
en marea de olvido, agitada y redimida sobre las calles
de la ciudad.

Ahora en el callejón los gatos se relamen. Están mirando a las
niñas guapas entregarse a los Lobos;

ahora los vestidos de las niñas guapas se convierten
en el vapor fugitivo de un espejo mojado
y sus  piernas líquidas cabalgan ya muy lejos a lomos del Angelus Novus;

los Lobos se han soñado muchas
veces eyaculando cucarachas en la boca de
las niñas guapas, esa amapola que se abre y se cierra
suplicando por más,
masticando y suplicando por más.

El crujido no
perturba la mano firme.  El cuchillo penetra en
la carne y ejecuta el ritual
del acero.

De pronto el silencio ruge,
la noche se inflama en rojo,
este es su deleite, este es su death ripple.

El exhausto cuello de las niñas guapas se
ofrece en festín a las cucarachas.

Los Lobos tienen hambre; los Lobos abren
de nuevo las piernas de las niñas
guapas.

4 a.m.  Gime Madrid bajo la luz naranja.